Para recordarlas, Leonardo había tomado la costumbre de anotarlas en cuadernos cuyas hojas dispersas, al fin acabaron por reunirse en ilustres manuscritos como el Códice Atlántico. Leonardo anotaba sus ideas de manera casi telegráfica, con su misteriosa escritura invertida, pues iba de derecha a izquierda.
El único y constante personaje de estas fábulas y leyendas es la naturaleza: el agua, el aire, la piedra, las plantas y los animales tienen una vida, un pensamiento, una palabra. El hombre en cambio, aparece y actúa como un instrumento ignorante del destino , cuya acción, ciega e irreparable, destruye muchas veces a vencedores y vencidos.
Sin más preámbulo comenzamos esta recopilación de estas fábulas que vienen acompañadas de una moraleja que nos deja siempre algo que aprender.
EL ZORRO Y LA URRACA
Un zorro hambriento dio en llegar un día bajo un árbol donde se habían posado una bandada de bulliciosas urracas.
El zorro escondido, comenzó a observarlas y se dio cuenta de que aquellas aves estaban buscando siempre qué comer y ni siquiera tenían miedo a posarse y picotear sobre esqueletos de animales.
- Probemos - dijo para sí el zorro.
Despacio, despacio, sin que lo sintiesen, se tumbó, quedándose inmóvil, con la boca abierta como si estuviese muerto.
Poco después una urraca lo vio y en seguida se dejó caer del árbol.
Se acercó al zorro y, creyéndole muerto, comenzó a picotearle la lengua, y así dejó la cabeza en la boca del zorro como un cepo.
Falsedad:
“ La codiciosa urraca hace aquí el papel de aquellos inconscientes que, engreídos y abandonando toda prudencia, son presa fácil de otros más astutos que saben aprovecharse en propio beneficio de sus debilidades”.
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