29 de agosto de 2023

Ponerle el corazón a la Primaria. Por Manuel Barreto

 

Ponerle el corazón a la Primaria


Por Manuel Barreto - 26 de agosto de 2023 12:31 am



«¡Todo demócrata y opositor al régimen totalitario debería actuar como si el poder fuera a ser entregado mañana! » Václav Havel

El propósito del régimen – tratando de calcar modelos retrógrados – no es otro que atemorizar no solo a cualquier ciudadano que, al tratar de participar en el espacio de la política, es presa de las viejas prácticas totalitarias que van desde las amenazas, el desprestigio, la burla e insultos, el amedrentamiento, hasta la violencia.

La supervivencia del «proceso» exige mecanismos que, por la amenaza o el uso de la fuerza, consigan extender el temor entre quienes se quiere mantener bajo control. La extensión del temor busca paralizar las intenciones de cambiar la realidad que vivimos. Hannah Arendt, en su obra de obligatoria lectura «Los Orígenes del Totalitarismo», sostenía que el miedo, inducido desde el poder, paraliza a las sociedades, las anestesia, insensibilizándolas ante la «banalidad del mal»; y establecía una diferencia cualitativa importante entre tiranía y totalitarismo: la tiranía produce miedo, el totalitarismo produce terror.

Uno de los peores enemigos de la democracia es el miedo y el síntoma más elocuente de su vitalidad es la libertad. Miedo y libertad no pueden convivir. Sin libertad no hay democracia y cuando llega el miedo, se inicia la travesía que conduce al totalitarismo.

Acá están de nuevo, sembrando el miedo, para disipar la angustia que ya les alcanza. Todas las acciones absurdamente amparadas, aupadas y ordenadas por el régimen y sus secuaces, tan sólo pretenden neutralizar, mediante la amenaza, la agresión, y hasta el ataque, a una realidad ineludible: un 85 % de los venezolanos que desde hace rato dicen ¡Basta!
Para concluir, nos permitimos recordar al poeta Vaclav Havel, quien, al asumir la presidencia que transformaría a su país en lo que es hoy la República Checa, con un discurso pronunciado el 1 de enero de 1990, en el que lejos de ser complaciente con el pueblo que le eligió, hacía un duro reclamo y llamado a la conciencia moral de sus conciudadanos al decir: “… Por miedo la gente se ha acostumbrado a ignorar la realidad para centrarse solo en la suya propia, como si su entorno no existiese. A callar o decir lo contrario a lo que se piensa por miedo. El miedo nos ha llevado a encerrarnos en nuestros asuntos y a ignorar las injusticias, las violaciones más flagrantes a nuestros derechos humanos, ciudadanos y políticos más elementales e incluso la desgracia del otro, para ver a quienes dedican su tiempo a la lucha por la justicia o la democracia como tontos románticos… No fuimos tan solo las víctimas de un sistema sino quienes lo alimentábamos y manteníamos…”

Sea propicia entonces la ocasión para repetir lo expresado un tiempo atrás: el origen del término coraje nos llega del latín cor (corazón) la palabra da la idea de poner al corazón en aquello que tengamos que hacer. Se trata de una de las más importantes y destacadas virtudes humanas. En todo momento, el miedo y el coraje han estado enfrentados. Cuando el coraje fue más fuerte que el miedo, las sociedades avanzaron y progresaron, pero cuando se impuso el miedo, se abrieron los espacios de la parálisis y del retroceso…

La invitación es entonces, a ponerle el corazón a la Primaria.


Sociólogo de la Universidad de Carabobo. 
Director de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad de Carabobo

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Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos. 

- Martin Luther King

22 de agosto de 2023

Ante la maldad ... solidaridad. Por Manuel Barreto

 

Ante la maldad ... solidaridad


Por Manuel Barreto - 19 de agosto de 2023 1:00 am



“Para que el mal triunfe, sólo se necesita que los hombres buenos no hagan nada” Edmund Burke

El mal (del latín malum), es una condición negativa atribuida al ser humano que indica la ausencia de moral, bondad, o afecto natural por su entorno y quienes le rodean; también implica contravenir deliberadamente, usando la astucia, los códigos de conducta, moral o comportamiento oficialmente correctos en un grupo social…

Tal vez por tal razón argumentaba J.J Rousseau que no hacer el bien ya es un mal muy grande. Y quizás cuando el político irlandés Edmund Burke colocó la frase que ahora nos sirve de epígrafe no imaginó que sería repetida, a lo largo de varios siglos, para alertar ante el conformismo, la estulticia, o la indiferencia como la simple reacción de la gente sana ante acontecimientos aberrantes, injustos y canallas que se limitan a pensar, al voltear la vista en otra dirección: “esto no es conmigo”, “es mejor ni opinar”, “él se lo buscó”.

Sabemos bien que el régimen emplea toda su malvada maquinaria en disgregar las fuerzas que puedan poner en peligro su autoridad y poder; y la Primaria es un claro ejemplo. De allí pues ese vano y ruin empeño, al dedicarse, mediante la cobarde y absurda violencia, con la que pretenden frenar este cívico proceso que Venezuela entera llevará a cabo el próximo 22 de octubre. Por eso echa mano de la represión para controlar y destruir a sus oponentes, en cuanto sujeto y organizaciones, y para atemorizar y neutralizar al resto de la disidencia; y de todos aquellos que puedan sentirse identificados con algún aspecto de las víctimas de la represión y expresar solidaridad. De allí esos sentimientos de desaliento, de pesada opresión, de temor, de angustia y hasta de desesperanza que llegan a paralizarnos como sociedad, al recorrer ese sinuoso camino de situaciones violentas que nos conmina a la deserción ciudadana. Ante tan vandálicos actos tan solo se impone romper el miedo y seguir luchando. No hacerlo será dejarle el campo abierto al modelo de dominación que nos conduce por tan nefasta ruta. La pérdida de la actitud crítica, de la capacidad de protesta, resulta lo más nefasto para la sociedad actual. Por eso, de la capacidad de resistencia, de la rebeldía inteligente, de la imaginación crítica, dependerá la existencia del país que queremos como sociedad. Este es el tiempo de la verdadera unidad y solidaridad con esos hombres y mujeres que recorren nuestra geografía nacional llevando las propuestas de un país mejor, ese país que anhela y merece toda la nación venezolana.

Pero, sobre todo, ser solidarios con cuantos están dando lo mejor de sí en esta dura lucha, los que se han sacrificado y han arriesgado sus vidas o su libertad, sus bienes y su seguridad, esos conocidos o anónimos que merecen nuestro mayor respeto y nuestro mayor estímulo, solidarios con todos los que están luchando, cada uno a su manera, porque aquí cada uno lucha de acuerdo a las condiciones que tiene para luchar.

Para ello, además de lo expresado por Burke, tenemos que tener siempre presente la opinión de dos seres verdaderamente excepcionales de la Humanidad: Gandhi quien al respecto manifestó: “Más que los actos de los malos, me horroriza la indiferencia de los buenos.” Y Albert Einstein quien dejó anotado: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”



Sociólogo de la Universidad de Carabobo. 
Director de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad de Carabobo


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"Un derecho no es algo que alguien te puede dar, es algo que nadie te puede quitar"

-Ramsey Clark.


15 de agosto de 2023

Ser ciudadano. Por Manuel Barreto

 


                                   Ser ciudadano


Por Manuel Barreto - 12 de agosto de 2023 1:00 am



«No están mal formados (los ciudadanos) académicamente sino sobre todo mal formados cívicamente: no saben expresar argumentadamente sus demandas sociales, no son capaces de discernir en un texto sencillo o en un discurso político lo que hay de sustancia cerebral y lo que es mera hojarasca demagógica, desconocen minuciosamente los valores que deben ser compartidos y aquellos contra los que es lícito -incluso urgente- rebelarse». Fernando Savater

El concepto de ciudadanía se concatena, por un lado, a la idea de los derechos individuales inherentes a los sujetos y, por otro, a la noción de vínculo con una comunidad particular y a la participación en su espacio público-político.

La noción de ciudadanía ha sido conceptualizada de manera muy diversa en el acontecer histórico de nuestra nación. En los tiempos de la Independencia, los criollos, siguiendo la efervescencia de la Revolución Francesa, se trataban entre sí de ciudadanos, refiriéndose a ese reducido grupo que buscaba conducir los asuntos públicos.

La Enciclopedia Británica define la ciudadanía como la relación entre un individuo y el Estado del que es miembro, definida por la ley de ese Estado, con los correspondientes derechos y obligaciones. La ciudadanía es, pues, el vínculo jurídico que liga a un individuo con el Estado del que es miembro y, por tanto, la condición jurídica que le habilita para participar plenamente en sus decisiones, a través del derecho de voto y de la posibilidad de ser elegido para cargos públicos.

Que interesantes y amenas resultan las definiciones, pero que dura se nos presenta en realidad cuando las ubicamos en el contexto que nos atañe, que nos preocupa y nos ocupa. ¿Cómo concatenar o establecer cierta analogía de la definición de ciudadanía descrito con el concepto de Estado-Nación de lo que hoy nos queda de país? ¿Qué significa pertenecer a Venezuela si en cuestión de unos cuantos años ya la lamentable diáspora pasa de siete millones de conciudadanos?… ¿De qué soberanía hablamos si ahora nos debemos a los mandatos de la Habana?

Uno se hace, no nace ciudadano, pues hay experiencias y atavismos que marcan. La gente aprende a ser buen ciudadano en su familia, mediante el modelaje, así como cada gesto, cada palabra y cada acto que resulte del criterio de los padres, la carta de navegación social que seguirá el ciudadano en formación. Y eso lo tenemos ante nuestros ojos, la crisis de nuestra sociedad no es otra cosa que la ausencia de ciudadanos bien formados.

Ahora bien, esta sempiterna crisis puede atribuirse, en buena medida, a la carencia de un sólido sistema educativo que no garantiza la formación de ciudadanos preparados no sólo académicamente, sino moralmente.

Ser ciudadano consiste no sólo en la figura legal que nos da la posibilidad de elegir y ser electos, sino en dos aspectos fundamentales: en el sentido de pertenencia a una comunidad, a un país, somos venezolanos; y en el sentido de responsabilidad: somos nosotros los que podemos y debemos solucionar los problemas, ya sea directamente, o por medio de las autoridades que nosotros mismos elegimos. Ese sentido de pertenencia y responsabilidad nos lleva a la participación, pues no puede haber ciudadanía si no hay participación. Y ese participación ahora se divisa en el entusiasmo cívico puesto en la Primaria, que le imprime aceleración a la transición del
súbdito al ciudadano.

En medio de las turbulencias, recriminaciones, encuentros y desencuentros que marcan este proceso, van quedando señales que nos abren a la esperanza. Más allá del resultado de la Primaria, quedará en el activo del país los procesos de conciencia cívica, como elementos constitutivos de un nuevo orden político más ético, y por supuesto, más democrático.

Ya se visualiza una nueva conciencia ciudadana que podrá contribuir al cambio del desnaturalizado ejercicio del poder en nuestro país.



Sociólogo de la Universidad de Carabobo. 
Director de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad de Carabobo


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"Un derecho no es algo que alguien te puede dar, es algo que nadie te puede quitar"

-Ramsey Clark.


8 de agosto de 2023

Apostemos a favor de la lucidez. Por Manuel Barreto

 


Apostemos a favor de la lucidez

Por Manuel Barreto - 5 de agosto de 2023 1:00 am




«Quienes han provocado dramas por falta de lucidez dicen que no fue ésa su voluntad, pero la falta de lucidez es un crimen cuando se tiene una responsabilidad.» Albert Jacquard

Lo hemos mencionado en otras ocasiones: Vivir un compromiso es entregar nuestro existir por lo que creemos, es vivir para dejar lo mejor de nosotros mismos, por mantener nuestras convicciones. Luego, la dignidad debería ser la razón misma de una ciudadanía comprometida con su porvenir. Los riesgos del pensamiento, si los hay, no pueden ser compensados con cortapisas al pensamiento libertario. Terminaremos por hacernos insensibles si el temor de ciertos pensamientos desarma moralmente nuestro empuje ciudadano.

Dudas, confusión, desconfianza, distanciamiento y fracturas no deben ser los factores que se impongan por la sempiterna manipulación política. No podemos permitir que todo acabe en indiferencia, resignación y silencio. ¿Acaso lo más lógico será el dejar pasar la oportunidad que se nos presenta?

La palabra lucidez tiene el significado de «claridad y rapidez mental» y nos llega del latín lucidus , «cualidad de claro». La lucidez puede en algún momento intimidarnos, y hasta preocuparnos, pero no debemos temerle. La lucidez compromete, pero compromete con la verdad. La lucidez asusta porque puede ser perturbadora. Sólo un pensamiento es peligroso: el inconcluso, ese que se queda a medio camino en su recorrido. La lucidez exige sensibilidad clara, disponibilidad mental, estado de alerta del intelecto. Implica ir al encuentro de los problemas y afrontarlos con determinación. Nos lleva a la claridad de análisis, a la integración de perspectivas, y tomar conciencia de los pasos que deberían conducir a la acción, nos lleva a la lucidez.

Lo que hemos transitado como sociedad es un desorden social – o anomia – edificado en parte sobre la ignorancia, el temor, el prejuicio y las incoherencias. Sin embargo, de un tiempo para acá, se puede a apreciar un resurgir de la lucidez que cobra ante los discursos abstencionistas o distractores, una fuerza cada vez mayor, pues en el diario cotarro político el escenario de la Primaria es lo primero que aparece, se discute y permanece.

Muchas veces se utiliza el término resiliente de manera equivocada, desviando la importancia o necesidad de la resistencia ante cualquier circunstancia compleja que se presenta como la respuesta preferible; cuando la realidad, por dura que sea, nos señala que no hay que aguantar todo, ni aguantarlo siempre, ni en lo personal ni en lo político. Apostemos a favor de la lucidez ante lo que nos presenten como inevitable. Porque tal vez lo inevitable solo lo sea en apariencia… o por absurda complacencia.

Todos estamos llamados a contribuir con la regeneración moral de lo poco que nos queda de nuestra democracia, sin temer a la verdad, promoviendo con honradez los valores que se encuentran en la política, sin trampas ni espejismos de inmediatez, o postergando realidades, y, sobre todo, sin ambigüedades ni servidumbres sospechosas.

Cuando somos incapaces de comprometernos, somos incapaces para elegir, por miedo, por comodidad, por escasa lucidez, por falta de formación e información; por esa absurda alquimia que suelen llamar «química política», cuya fórmula, la más de las veces, suele desbalancear o fracturar ese complejo andamiaje que nos permitir avanzar con firmeza en el rescate de nuestro país. Así lo expresaba el sociólogo francés Raymond Aron: “Conocer el pasado es una forma de liberarse de él porque sólo la verdad permite asentir o repudiar con total lucidez”


Manuel Barreto Hernaiz
https://www.el-carabobeno.com/apostemos-a-favor-de-la-lucidez/



Sociólogo de la Universidad de Carabobo. 
Director de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad de Carabobo


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-Ramsey Clark.


1 de agosto de 2023

El complejo recorrido. Por Manuel Barreto


El complejo recorrido

Por Manuel Barreto - 29 de julio de 2023 10:12 am




¿Cuánto vale la palabra empeñada? ¿Y cuánto la confianza depositada y el compromiso ante los retos asumidos?

Hay personas que, cuando están en desacuerdo, luchan o huyen. La discusión puede plantearse de varias maneras, que van desde las duras expresiones de indignación, pasando de la ironía al sarcasmo, sin miramientos, con respuestas incisivas, y juicios de valor despectivos. Sin embargo, para hacerle frente a los desacuerdos, no basta con la inteligencia: hace falta paciencia, consideración, respeto y templanza.

Consideramos que mantenernos firmes tratando de alcanzar los objetivos trazados, resulte el vínculo de coherencia y cohesión más fuertes para contar con el apoyo de los ciudadanos en llevar el complejo proceso de la Primaria a buen término.

En la apuesta de este desafío no podemos permitir que la discusión se quede en las redes, desvirtuándose la realidad que nos ha convocado a llevar adelante esta cívica labor; sino que hemos de avanzar hacia los fines que queremos alcanzar, al entender que la Primaria resulta, sin duda alguna, como la estrategia más acertada para contrarrestar esas perversas maniobras del régimen que siempre buscan mantener a la oposición dividida con la finalidad de fragmentar el voto en la elección presidencial de 2024.

Por supuesto que resulta incomprensible e inaceptable la actitud impropia de estas personas que pretenden erigirse por encima de las negociaciones, las reglas y los acuerdos; considerándose, con su actitud prepotente y fuera de lugar con derecho a poner en riesgo lo logrado. Por tales determinaciones es que, sin duda la confianza se ha hecho difícil. No hay decisión exenta de costos políticos ni de riesgos. Y comprendemos la presencia argumental del miedo.

Entendemos que son tiempos turbulentos, hasta inseguros, de allí que para cumplir con nuestros compromisos sea imprescindible contar con esa voluntad y esa fortaleza, que, a pesar de los pesares, nos permita mantener nuestra palabra, pese a cuanto ocurra a nuestro alrededor.

Así las cosas, la valiosa condición moral que tenemos que preservar, es la del compromiso. Pero no el compromiso fácil con planteamientos acomodaticios y las consignas previsibles para cada ocasión, sino con los valores que nos configuran como ciudadanos libres y no como súbditos. Un compromiso contra el régimen y sus secuaces. Pero también contra los amigos que prefieren mirar hacia otro lado y disparar a los blancos fáciles, porque el miedo, el cansancio o la aquiescencia les impiden saber quiénes son los verdaderos enemigos.

Una vez más nos permitimos recordar que la Primaria es un paso fundamental en ese complejo recorrido que hemos emprendido para recuperar nuestra democracia, y con ella, nuestro país. Ese que perdimos y le debemos a nuestros hijos.



Sociólogo de la Universidad de Carabobo. 
Director de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad de Carabobo


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25 de julio de 2023

El ciudadano responsable. Por Manuel Barreto

 

El ciudadano responsable

Por Manuel Barreto - 22 de julio de 2023 1:00 am



«El peor de los analfabetos es el analfabeto político. El no escucha, no habla, ni participa de los acontecimientos políticos. Él no sabe que el costo de la vida, el precio del maíz, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos y de los remedios dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan bruto que se enorgullece inflando el pecho diciendo que odia la política. No sabe el imbécil que de su ignorancia política nacen las prostitutas, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos, que es el político embustero, el corrupto lacayo de los explotadores del pueblo» . Bertolt Brecht.

Resulta urgente hacer al ciudadano participe de sus asuntos cívicos. Es evidente la ruindad del régimen al propiciar conducir nuestro país con artimañas e instrumentos perversos que conllevan al desinterés o a la apatía política. Al tener la atención de la sociedad cada vez más desviada de la política o al punto de enajenación nos lleva a condenar el destino de nuestro propio país.

Para librarnos de algo, casi siempre recurrimos a la expresión «Se tiene que hacer algo mejor», sin caer en el escapismo ni en la dispersión mental. Ahora bien, si realmente nos convencemos que realmente hay algo mejor que hacer, participando cívicamente descubriremos un espacio distinto: el de la profundización de la acción y el de la exigencia en los resultados. Hoy se nos llama a una participación más directa y responsable en todos aquellos ámbitos en los que se pueda edificar un sólido muro de contención al régimen. Para algunos puede que ello signifique descubrir su vocación a la actividad política, sindical o gremial, o en la vida del barrio, de la urbanización o hasta dando clases en el colegio de sus hijos. Grupos, Organizaciones, Consejos Comunales, Asambleas de Ciudadanos, son esas instancias donde los ciudadanos, al participar activamente, se harán responsables de sus opiniones y juicios, propondrán sus ideas y asumirán los compromisos que de sus grupos surjan. Cada uno sabrá qué hacer. Lo que ya no es lícito es quedarse en la acera de enfrente. Pero no es suficiente el qué hacer. Se hace menester plantearse el cómo hacerlo.

Lo hemos dicho en repetidas ocasiones: es sabido que el propósito de la sociedad civil no reside en conquistar el poder, sino influir en la actuación de los actores políticos, con la lógica pretensión de buscar un espacio para las asociaciones cívicas en el cual converjan la paz, el respeto a los derechos humanos, el orden y la solidaridad. El ciudadano responsable no es enemigo de nadie, pero sí un juez muy pendiente de la rendición de cuentas.

Hacer oposición obliga a tener al ciudadano ocupado en pensar el futuro, en organizar a la gente, hoy, ahora, desde ya, para alcanzarlo; en repetir a los jóvenes lo que es la democracia, pues ya tenemos una generación formada en este sistema tan ruin; por ello está prohibido olvidar, no solo a nuestros muertos, sino también a nuestras creencias y convicciones.

El ciudadano que ahora participa con entusiasmo y comprometidamente apoyando que la Primaria sea llevada a buen término, espera que no se descanse en lograr el rescate de nuestra democracia; exige un discurso coherente centrado en problemas sociales con un liderazgo que cada día se consolide más; y demanda más unidad entre los partidos políticos, los movimientos sociales; los gremios; las redes de resistencia y todo grupo que le dé fortaleza al tejido social para que se presenten con solidez tanto las tácticas como las estrategias que en lo adelante deberán conducirnos a lograr ese país que deseamos y merecemos.

Además de valernos de Bertolt Brecht con el epígrafe que inicia la nota de hoy, pues con otra máxima de este gran dramaturgo nos permitimos concluir: “No aceptes lo habitual como cosa natural, porque en tiempo de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar.”




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18 de julio de 2023

La mediocridad como sistema. Por Manuel Barreto


                                      La mediocridad como sistema

Por Manuel Barreto - 15 de julio de 2023 1:00 am


“Los espíritus mediocres condenan generalmente todo aquello que no está a su alcance”. François de La Rochefoucauld

«Hay épocas en que el equilibrio social se rompe a favor de la mediocridad. El ambiente se torna refractario a todo afán de perfección, los ideales se debilitan y la dignidad se ausenta; los hombres acomodaticios tienen su primavera florida. Los gobernantes no crean ese estado de cosas: lo representan….»

Estas ideas las expone el ilustre pensador argentino José Ingenieros en “El hombre mediocre”, un libro publicado en 1911. Ha transcurrido más de un siglo y aquellas palabras de Ingenieros resultan muy vigentes, al percatarnos de cómo la mediocridad general ha colmado todos los espacios de nuestra vida institucional. Ahora bien, ¿qué es ser mediocre?

Tomando como referencia el Diccionario Esencial de la Lengua Española, nos encontramos que mediocre significa:”1. De calidad media, se conforma con resultado mediocre // 2. De poco mérito, tirando malo”. Mediano, que está entre ambos extremos, ni malo ni bueno; Ingenieros sostiene que el mediocre es un equilibrista… Equilibrista, por cierto, no significa equilibrado.

Cuantos han escrito acerca del tema sostienen que la insensatez es lo que provoca la mediocridad, y presentan como características fundamentales la inseguridad y la búsqueda de excusas que siempre se apoyan en la descalificación del otro, la culpa siempre es de otros y esos otros son quienes deben arreglar las cosas, presentándose esta actitud fundamentalista, que lo encierra en la convicción de que él posee la verdad, la luz, y su adversario el error, la oscuridad; el mediocre rechaza el diálogo. El mediocre no logra liberarse de sus resentimientos, que siempre desnaturalizan a la justicia. No soporta las formas, que confunde con formalidades, por lo cual desconoce la cortesía y el respeto.

Vista esta apresurada introducción podemos entonces sostener que nos gobierna, de manera sistemática, un régimen mediocre, que en su peligroso intento de igualar por lo más bajo, de sustituir la calidad por la cantidad, de habilitar a los peores e inhabilitar a los mejores, nos ha arrastrado a la imprecisión, a la desenfrenada corrupción, a las promesas demagógicas y populistas de imposible cumplimiento, a las alocadas invasiones y expropiaciones, mediante un intervencionismo económico y un disparatado patriotismo que tan solo ha logrado llevarnos al marasmo total. Más de dos décadas de mediocridad que hacen tambalear nuestro país. Más de veinte años de vacío, de ridículo internacional, de lamentables alianzas y de pactos con quienes no creen en el Estado; de falta de respeto a los ciudadanos, de pura propaganda demagógica. Más de dos décadas de negación de la realidad, de siembra de odios y resentimientos, de improvisaciones y disparates, puesto que no existe nada que odien más los mediocres que la superioridad de talento. Más de veinte años sin verdadera y sana creatividad, en los cuales no se promovió la excelencia, sino se acentúo la discordia social y no la paz. Donde se apartó el diálogo, recurso indispensable para lograr acuerdos sobre lo principal. Más de dos décadas de absoluta politización de la vida diaria, de continuas incoherencias y contradicciones, en que los ciudadanos han perdido la esperanza porque no ven alternativa. Resulta tal su mediocridad que ni siquiera entiende muy bien qué ha sucedido, ni cómo es posible que hayamos llegado a esta situación, ni alcanza a comprender qué ha fallado, ni mucho menos qué se debía hacer entonces ni qué se ha de hacer ahora. A este régimen de los mediocres el país se le escapa entre las manos sin saber qué hacer.

Pero la mediocridad no es exclusividad del régimen. La encontramos en esos innumerables enchufados que han llegado hasta la abyecta complicidad de atornillar al régimen dejando a un lado atavismos familiares o preceptos morales.

Tal como se logró la vacuna contra el COVID, deberían los laboratorios de la dignidad empezar a formular una vacuna contra la mediocridad….

En el siglo XVIII el español Gaspar Melchor de Jovellanos acuñó aquella lapidaria sentencia: “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”. Dos centurias después, el francés André Malraux corrigió: “Los pueblos no tienen los gobiernos que se merecen; tienen el gobierno que se les parece”. Contemporáneo con éste, el italiano Alberto Moravia expresó:» Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos y errores del gobierno al que han votado»…

¿Tres citas que logran concatenar la realidad nuestra?

De ser así, la esperanza que nos queda, no tan sólo consiste en impedir el acceso a los mediocres a la gestión pública y a gobernar nuestro país, sino que el pueblo tome conciencia de su responsabilidad ciudadana, y sacar, de manera democrática, a este régimen mediocre, y a sus ineptos secuaces. Empecemos pues, apoyando el proceso de LA PRIMARIA, punto de partida para lograr salir de tan absurda mediocridad.



Sociólogo de la Universidad de Carabobo. 
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