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5 de noviembre de 2024

Unificar nuestro desgarrado y desorientado país. Manuel Barreto 2 de noviembre de 2024

 




Unificar nuestro desgarrado y desorientado país

Se espera es un proyecto que represente las reales y sentidas necesidades sociales del país

Manuel Barreto 2 de noviembre de 2024 11:09 am



"Sólo se aguanta una civilización si muchos aportan su colaboración al esfuerzo. Si todos prefieren gozar el fruto, la civilización se hunde."

- José Ortega y Gasset



Se siente la proximidad del ineludible derrumbe tanto de este régimen como de los mitos que le sustentaron. Ya los venezolanos se despiertan a la realidad de un país con hambruna, con imbatible inflación y con una desbordada e incontrolada corrupción; un país en emergencia social y con urgencia moral. Pareciera que a partir del proceso electoral del 28/07, no está tan distante ese momento de salir de ese alocado espejismo de atraso para llegar al realismo – que no “mágico”- y repensar la inserción de Venezuela en el Siglo XXI, que nos ha dejado atrás lo que lleva de vida. Estos convulsos tiempos nos invitan a prepararnos para lo más difícil, ya que tenemos a la vista un país muy dividido, desgarrado económica y socialmente, asfixiado psicológicamente, y con inmensas perversiones comunicacionales. No hay reunión de más de tres personas, ni grupos de “chats” donde no aflore, con sentida preocupación, la urgente expresión: ¿Por dónde empezar? Necesitamos, como punto de partida – y como seguramente ya lo han previsto – el conocimiento profundo del ciudadano, sus motivaciones, emociones, esperanzas y expectativas; sus anhelos y preocupaciones. Sus sentidas y reales necesidades, lo que le preocupa y lo que espera; sus atavismos, su nivel cultural. Para empezar a construir un país de verdad, para salir del atolladero en que nos encontramos de una manera eficiente, con alternativas viables y con la rectitud que se merece una nación que viene de ser ultrajada, se hace ineludible abordar el problema de complicidad subyacente en buena parte de la sociedad venezolana, ventilando públicamente los problemas que acarrean, han acarreado y pueden prestarse a acarrear los grupos de presión nunca alineados con el interés general. Más que plantear un enfrentamiento ideológico -de lo que realmente, estamos hasta la coronilla- lo que se espera es un proyecto que represente las reales y sentidas necesidades sociales del país en estos tiempos. Que convenza a la ciudadanía de la necesidad de construir el clima de certidumbre y tranquilidad interna, de comprometer nuestras acciones y visiones, para que prive esa tranquilidad y sosiego en todas las familias venezolanas. Nuestra tarea y responsabilidad, así como el compromiso de todos los ciudadanos de buena voluntad, es consolidar y promover las interacciones que sean necesarias. Esa debe nuestra prioridad absoluta: la gente, la sociedad. Solo desde el compromiso se podrá constituir un poder capaz de forzar la realidad a un cambio. Por supuesto que en este momento se hace impostergable luchar por alcanzar una democracia sana, sin fracturas, sin excesos de autoritarismo, con los poderes del Estado real y sólidamente autónomos. Pero para ello, resulta verdaderamente inaplazable dejar a un lado el temor, la indiferencia, la escasez de ideas y sueños. Ya no debe haber más espacio para la frustración. Todo es cuestión de empezar nosotros mismos y en nuestro entorno inmediato. Y esa ruta ardua pero noble, empieza desde este momento, por unificar nuestro desgarrado y desorientado país.




Manuel Barreto Hernaiz

https://www.el-carabobeno.com/unificar-nuestro-desgarrado-y-desorientado-pais-2/







Sociólogo de la Universidad de Carabobo. 

Director de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad de Carabobo


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La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano”.
Dwight D. Eisenhower
Presidente de Estados Unidos entre 1953 y 1961.

29 de septiembre de 2024

Tiempos de prudencia. Manuel Barreto, 28 de septiembre de 2024


Tiempos de prudencia

Manuel Barreto 28 de septiembre de 2024 12:39 am



No nos queda como posible sino la acción popular de masas, constante, valiente, perseverante.

- Rómulo Betancourt.



"Hay un momento para el valor y otro para la prudencia y el que es inteligente los distingue" - Robin Williams



Según los clásicos, la prudencia no es una ciencia ni un arte, sino una virtud consistente en aquella sabiduría práctica o capacidad, adquirida por la acumulación de experiencias, que hace actuar en cada caso. Aristóteles decía que "la única virtud especial exclusiva del mando es la prudencia, todas las demás son igualmente propias de los que obedecen y de los que mandan. La prudencia no es la virtud del súbdito; la virtud propia de éste es la confianza en su jefe..." Nos encontramos que el Diccionario de la Real Academia propone en la tercera acepción del término la siguiente definición: "Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello". No resulta fácil encontrar una exacta definición de prudencia, pero he aquí una aproximación que parece adecuarse al asunto que ahora nos ocupa: podemos decir que es la virtud moral que perfecciona nuestra razón práctica para elegir en toda circunstancia los mejores medios para alcanzar nuestros fines, subordinándolos al fin último. La virtud de la prudencia se basa en utilizar la racionalidad, pues perfecciona el intelecto práctico y la voluntad. Es regla y medida del acierto. Etimológicamente el vocablo prudencia deriva de la voz latina prudentia, a su vez vinculada con providentia, ver desde lejos, fijarse en el fin lejano que se intenta, ordenando a él los medios oportunos y prever las consecuencias, hecho éste que nos indica que para lograrla se hace necesario contar con tacto y experiencia, ya que el prudente necesita prever las consecuencias de sus decisiones. Y esa interminable búsqueda debe acompañarse de la exigente prudencia política, sin dejar espacio para más desaciertos, incluyendo la insensata temeridad que suele conducir a la apresurada actuación sin la debida reflexión, propia de los autosuficientes, aventureros e incapaces de ponderar la realidad del delicado momento en el cual les ha tocado asumir posiciones relevantes, bien sea por falta de madurez o de juicio; por la presunción del logro asegurado. O por dejarse llevar por ideas preconcebidas, arranques extemporáneos y radicalismos innecesarios; sin ponderar rigurosamente los efectos negativos y divergentes de sus actos. Se aparta de la prudencia aquel personaje que se obnubila por su pasión desenfrenada, por su orgullo y altanería. Para nadie es un secreto que la actividad política verdadera, es una de las mayores manifestaciones de prudencial sabiduría. Hace 500 años Maquiavelo lo planteaba al precisar cuál es la mejor alternativa del político: ¿la audacia o la prudencia? Él mismo se respondía: ambas estrategias son válidas, legítimas y, de acuerdo a las circunstancias, la suerte puede favorecer la una o la otra. Se puede alcanzar el éxito o fracasar en el intento, siendo audaz y prudente. No obstante, señala que las circunstancias cambian, lo que obligaría a innovar en el actuar. Esta sería la clave para Maquiavelo. 430 años después, Rómulo Betancourt, un asiduo lector del precursor de la ciencia política, dejó anotada esta vigente reflexión: "La verdad es que nosotros no podemos pensar, en estos momentos precisos, en organizar una acción violenta que venga de los cuarteles a la calle, porque la inmensa mayoría de los oficiales afectos a las ideas democráticas han sido dados de baja, o no tienen mando de tropas, o están en la cárcel o el destierro, o traicionados por el tirano. Si no es posible organizar una acción de este tipo no nos queda como posible sino la acción popular de masas, constante, valiente, perseverante. Esa acción debe ser conducida hacia una encrucijada en que ya no sea tolerable por el país la existencia de un régimen de usurpación, y la cólera popular se exprese en forma tan avasallante que ya no puedan detenerla las bayonetas". El gran Victor Hugo decía que es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien; luego, dependerá la actitud crítica, de la capacidad de resistencia, de la rebeldía inteligente, de la imaginación coherente, el rescate del país que merecemos y anhelamos como sociedad.





Manuel Barreto Hernaiz

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2 de julio de 2024

El complejo recorrido. Por Manuel Barreto



El complejo recorrido

Manuel Barreto 29 de junio de 2024 12:22 am



”El compromiso individual al esfuerzo grupal, eso es lo que hace funcionar a un equipo, a una compañía o a una civilización”.

- Vince Lombardi.



¿Cuánto vale la palabra empeñada? ¿Y cuánto la confianza depositada y el compromiso ante los retos asumidos?


La discusión puede plantearse de varias maneras, que van desde las duras expresiones de indignación, pasando de la ironía al sarcasmo, sin miramientos, con respuestas incisivas, y juicios de valor despectivos. Sin embargo, para hacerle frente a los desacuerdos, no basta con la inteligencia: hace falta paciencia, consideración, respeto y templanza.


Consideramos que mantenernos firmes tratando de alcanzar los objetivos trazados, resulte el vínculo de coherencia y cohesión más fuerte para contar con el apoyo de los ciudadanos para llevar el complejo proceso electoral del próximo 28 de julio a buen término.


En la ruta de este reto no podemos permitir que la discusión se quede estancada entre pares, o atrapada en las redes, desvirtuándose la realidad que nos ha convocado a llevar adelante esta cívica labor. Hemos de avanzar hacia los fines que queremos alcanzar, para contrarrestar esas perversas maniobras del régimen que siempre buscan mantener a la oposición dividida con la finalidad de fragmentar el voto en la elección presidencial.


Por supuesto que resulta incomprensible e inaceptable la actitud impropia de estas personas que pretenden erigirse por encima de las reglas y los acuerdos, considerándose, con su actitud prepotente y fuera de lugar, con derecho a poner en riesgo lo logrado.


Por tales determinaciones es que, sin duda, la confianza se ha hecho difícil. No hay decisión exenta de costos políticos ni de riesgos. Hay ciertas cosas que no pueden cambiarse de acuerdo con la ocasión, ciertos límites que no pueden sobrepasarse, como compromisos que no pueden obviarse, ni principios que puedan dejarse a un lado.


Lo hemos dicho en repetidas ocasiones: El buen juicio en política es complicado. Significa encontrar un equilibrio entre la estrategia política y la política en abstracto, en compromisos imperfectos que siempre dejan descontento a alguien, muchas veces, a uno mismo.


Entendemos que los tiempos electorales son complejos, turbulentos, hasta inseguros. De allí que para cumplir con nuestros compromisos, sea imprescindible contar con esa voluntad y esa fortaleza que, a pesar de los pesares, nos permita mantener nuestra palabra, pese a cuanto ocurra a nuestro alrededor.


Así las cosas, la valiosa condición moral que tenemos que preservar es la del compromiso. Pero no el compromiso fácil con las pancartas, los twitters o las consignas previsibles para cada ocasión, sino con los valores que nos configuran como ciudadanos libres y no como súbditos. Un compromiso contra el régimen y sus secuaces. Pero también contra los amigos que prefieren mirar hacia otro lado y disparar a los blancos fáciles, porque la desconfianza, el cansancio o la aquiescencia les impiden saber quiénes son los verdaderos enemigos.


Queda un buen trecho por recorrer, y muchos obstáculos que sortear que pondrán a prueba la prudencia, la mesura y el espíritu unitario que se requiere. Pero también que pondrá a prueba la firmeza y la determinación para tomar decisiones muy complicadas, complejas, difíciles o peliagudas.


Una vez más nos permitimos recordar que el 28 de julio será un paso fundamental en ese complejo recorrido que hemos emprendido para recuperar nuestra democracia, y con ella, nuestro país. Ese que perdimos y le debemos a nuestros hijos.





Manuel Barreto Hernaiz

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11 de junio de 2024

El péndulo electoral. Por Manuel Barreto

 


El péndulo electoral

Manuel Barreto 08 de junio de 2024 12:33 am


«…La ley del péndulo surge de la psicología de las masas, donde se exageran las reacciones de miedo o esperanza, por el hecho de verse acompañadas por la potencia de la irresponsabilidad colectiva…»

Antonio García-Trevijano



Galileo Galilei describió en «Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo» las leyes del péndulo, al observar tal fenómeno en una lámpara que oscilaba en la Catedral de Pisa.


300 años después, Bernard León Foucault, un físico francés construyó un péndulo esférico, que, como sistema físico, puede oscilar bajo la acción de una fuerza, libremente, en cualquier plano vertical durante muchas horas, instrumento éste que fue utilizado para demostrar tanto la rotación de la Tierra, como el efecto Coriolis.


Fue en 1851 cuando produjo su experimento más célebre, prueba indudable del movimiento de la Tierra. De la cúpula del panteón de París, mediante un cable de 67 metros de largo suspendió una bala de cañón de 26 kilogramos que rozaba el suelo con una aguja en el extremo inferior. Al hacerla oscilar observó que los trazos en el suelo evidenciaban un giro del plano de oscilación, en el sentido de las manecillas del reloj (puesto que la Tierra gira al revés).


Sirva esta breve introducción astrofísica para realizar cierta analogía con el movimiento pendular de las decisiones electorales de la ciudadanía.


A todo movimiento brusco hacia un lado le sigue otro de fuerza equivalente hacia el otro. Esa es la ley del péndulo social. En física lo tienen claro, sin embargo, tanto en sociología como en política es igualmente aplicable; por aquello de la acción-reacción.


Le cuesta mucho a los científicos sociales dar con cierta exactitud una explicación racional a las reacciones populares. La movilidad electoral responde en gran medida a las circunstancias del momento.


¿Por qué se da la ley del péndulo en política? ¿Acaso muchas de esas franelas rojas, no eran blancas o verdes en otra época?


¿Será que realmente somos un país pendular y vamos de un extremo a otro? Luego, ese movimiento pendular nos ha dificultado completar ciclos y procesos, con la sempiterna ilusión que siempre podemos empezar de nuevo y mejor.


El facilismo inercial condujo a nuestro país, de manera reiterada, a procurarse, en pos de una esperanza que nunca llegó, al votar por un régimen que no cumplió, simplemente, porque no pueden… ni podrán, pues no están capacitados para gerenciar al país -a pesar de la incomparable e inimaginable montaña de millones de dólares que han dilapidaron-, empeñados en igualar por lo más bajo, de sustituir la calidad por la cantidad, de habilitar a los peores y apartar a los mejores.


Sin embargo, los paradigmas políticos señalan que después del desorden y la anomia, la ciudadanía añora el orden sociopolítico, luego de la incontrolada corrupción se anhela la honestidad, después del disparate gubernamental, se espera por correctivos en la administración de la cosa pública.


Ya la oscilación del péndulo nos muestra una ciudadanía que anhela paz, y seguridad; un trabajo estable en lugar de una dádiva; es lo que clama una ciudadanía saturada de tanta discordia y resentimiento, tanta injusticia, tanta torpeza y tanta corrupción. Ya han transcurrido 5 lustros alimentando la engañosa ilusión de un mejor porvenir, maquillando los desastres que ha provocado, doblegando, persiguiendo y apresando a quienes noblemente le adversan, adulterando la verdad, y auspiciando el terror. Ya es notorio el repudio hacia la soberbia del régimen, el superficial encanto que suscitó en los primeros tiempos el régimen ha desaparecido por completo. Este gobierno ha hecho daño, y cada día que pasa, eso se evidencia con mayor claridad. Sin embargo, ya falta menos para que se cumpla la ley del péndulo.


Las encuestas de opinión pública, determinan que la gran mayoría de los venezolanos se muestran frustrados en sus expectativas laborales, económicas y sociales. Ahora contamos con Edmundo y María Corina para que se pueda rescatar el control del péndulo que hoy manipula este alocado régimen, lo que lograremos mediante nuestra voluntad hecha voto el próximo 28 de julio.



Manuel Barreto Hernaiz

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“Sólo la unidad del pueblo y la solidaridad de sus dirigentes garantizan la grandeza de las naciones”.
- Andrés Bello

30 de abril de 2024

El hombre de la transición. Por Manuel Barreto

 


El hombre de la transición

Por Manuel Barreto - 27 de abril de 2024 12:10 am

 

«Este es el momento de lograr una transición democrática en paz para los venezolanos… Será una transición liderada por una mujer como María Corina Machado. Tenemos que recuperar la confianza y poner en marcha un país que está en el suelo» Edmundo González Urrutia


Para las ciencias sociales, la transición política consiste en ese proceso de cambio institucional mediante el cual un régimen político determinado, es desplazado por otro, produciéndose un cambio en las normas, leyes, valores y relaciones de poder de la sociedad. Se considera que hay transiciones políticas cuando un régimen autoritario entra en crisis y es progresivamente reemplazado por un sistema político democrático.



Para el sociólogo y profesor de la Universidad de Stanford, Larry Diamond, la mejor oportunidad para las transiciones se encuentra en la vía electoral, que debe utilizarse para unificar a la oposición y, al mismo tiempo, “dividir al régimen, movilizar masivamente al país, no ceder ante miedo, convocar a aliados y recursos internacionales y, finalmente, no sólo intentar ganar en las urnas sino demostrar que, si hay un intento de declarar una victoria fraudulenta por parte del régimen, el emperador no lleva ropa”


Hace cierto tiempo, el amigo Benigno Alarcón, de manera premonitoria, apuntaba:
“Una transición democrática aumentaría dramáticamente sus probabilidades si se rompe con la actual inercia y se logra definir un liderazgo democrático que cuente con el apoyo de la mayoría del país para dirigir una transición política, considerando los costos de represión y tolerancia de los actores del régimen y quienes lo sostienen. Un liderazgo que sea capaz de ejecutar una estrategia que combine de manera inteligente conflicto y negociación, que haga para quienes sostienen al régimen más atractiva una salida negociada que la continuidad de un conflicto sin la certidumbre sobre su desenlace…”


Ya contamos, más que con un candidato, con el hombre de la transición, el hombre que se ha comprometido, al tomar el testigo que le entrega María Corina Machado, a recuperar la esperanza frente a la resignación y el desánimo, la estabilidad frente a la incertidumbre, la credibilidad frente a la desconfianza, la normalidad frente a tantos disparates, la unidad y la concordia frente a la división y la fractura; la paz, la tranquilidad y la seguridad frente a los partes de guerra que denuncian el fracaso de este régimen como garante del orden, de la frente a los privilegios que han enriquecido a la nueva oligarquía escarlata; que se empeñe en lograr la prosperidad frente al empobrecimiento, y el empleo y las seguridad ciudadana y del derecho a la vida; el hombre escogido por la Plataforma Unitaria para que dejemos de ser el país de la impunidad; el hombre seleccionado por el 80% de los venezolanos para que propicie la movilidad social oportunidades para todos frente a esa locura de administración de la cosa pública, que maquillada con multimillonarias campañas publicitarias pretendió engañar a todo el mundo todo el tiempo.


Y con este breve pero extraordinario mensaje a una nación que anhela y merece un mejor país, se dio a conocer Edmundo González Urrutia… el Hombre de la Transición: “Estamos comprometidos a llevar adelante una transición en la que se garantice la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados y de todos los venezolanos que se han ido y quieran regresar, la adecuación de los poderes públicos para que prive la independencia de los mismos y el posicionamiento para que nuestro país vuelva a ser una referencia democrática internacional”



Manuel Barreto Hernaiz
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“Alguien luchó por tu derecho al voto. Úsalo”.
Susan B. Anthony
Activista por los derechos de las mujeres durante el movimiento de las sufragistas a principios del siglo XX.

3 de abril de 2024

El ejemplo de Praga. Por Manuel Barreto

 


El ejemplo de Praga

Por Manuel Barreto - 30 de marzo de 2024 12:11 am


"La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin."
- Vaclav Havel


La corrupción de la sociedad comienza con la corrupción de las palabras. La democracia – en principio – es un sistema que consiste en saber escuchar, pero también consiste en saber explicar. Sin embargo, cuando las palabras han perdido, por la necesidad de la mentira, su sentido, nadie puede explicar nada y nadie espera entender nada.

Con lo que todo el país ha observado en estos últimos días, se llega a la conclusión que, por más maromas, parapetos, triquiñuelas que se le ocurra a estos titiriteros de un enmarañado pseudo pragmatismo, podrán modificar la realidad de los hechos: La ciudadanía no cree en más explicaciones justificativas. Ya se hace presente ese desengaño de la gente como respuesta emocional ante tantas tramoyas y químicas políticas que solo son fétidas alquimías.

Se dice que en Praga el día que se reunió la Asamblea Legislativa, después de haber pasado la «Revolución de Terciopelo» pensaron elegir al presidente de la República checoslovaca. Se reunió la Asamblea para elegir a aquél que dirigiría la nación, a aquella persona encargada de coordinar el esfuerzo comunitario para hacer una comunidad plena y llena de buenos resultados. Se preguntaban cuál era la virtud superior, el valor distintivo de aquella persona llamada a ejercer el gobierno. Uno sostuvo que la inteligencia, otro argumentó que la iniciativa, se dijo que la capacidad de poder, se dijo de todo, pero un zapatero que pertenecía a la Asamblea dijo lo siguiente: «La única virtud real de un gobernante es su capacidad de decir la verdad». Eso causó desconcierto, pero el zapatero lo sostenía con contundencia, ya que cuando se ha vivido en el totalitarismo, en un imperio de mentiras, lo único que va a hacer a la política creíble es la verdad. El silencio cundió y el zapatero volvió a intervenir y dijo: -Señores, yo conozco a alguien que siempre dice la verdad-.

Se refería a Václav Havel, quien en ese entonces purgaba su última pena de prisión por decir la verdad. Había escrito Havel un libro que se titulaba «El intento de vivir en la verdad», y por ello fue a dar con sus huesos a la prisión, de donde lo sacaron para ser presidente de Checoslovaquia. Al posesionarse pronunció uno de los discursos más breves del mundo cuando dijo a su pueblo: «El único punto por el cual yo me comprometo ante Dios y ante ustedes es el de ejercer el poder diciendo la verdad».

Václav Havel, el presidente checo, propuso la verdad y la credibilidad como las dos columnas más importantes de la democracia. Decir la verdad y ser creíbles es volver a fundar la política en la ética. En uno de sus nobles ensayos – “Política como ética practicable” – dejó anotado Václav Havel: “Estoy convencido que no podemos construir un Estado de derecho ni un Estado democrático si es que no construimos al mismo tiempo –aunque ello suene poco científico en los oídos de los politólogos- un Estado humano, ético, espiritual y cultural. Las mejores leyes y los mecanismos democráticos mejor concebidos no nos pueden entregar nada: ni siquiera legalidad, tampoco la libertad, ni aún los derechos humanos, si todo eso no está garantizado por determinados valores sociales y humanos”.

Si estamos como estamos no es por culpa de la verdad sino de su ausencia, ya que donde se escatima la verdad, ella es sustituida por la mentira. La peor consecuencia de la corrupción y el clima de impunidad creado por una justicia permisiva y controlada, por organismos de control supeditados al régimen y por todo ese estamento que conforma la cadena de poder servil, es la indiferencia de una sociedad que no se escandaliza.

Sin embargo, ya ese individuo, irónicamente llamado “soberano”, al colocarse el ropaje de ciudadano y al comprender que resulta inútil y absurdo exigir la verdad como un deber cívico a quienes desprecian el comportamiento racional de un pueblo, se cansó de acompañarles. Pues ese ciudadano, si bien padece de hambre y miseria, no padece de fatiga moral. Ya no cree en esas mentiras utilizadas sistemáticamente como arma para dividir y confundir a la sociedad.




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“El odio es la furia de los débiles.”
Héctor del Mar


26 de marzo de 2024

Esa extraña ligereza. Por Manuel Barreto

 



Esa extraña ligereza

Por Manuel Barreto - 23 de marzo de 2024 12:07 am


“Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo.”         Nelson Mandela

A raíz del recrudecimiento de los atropellos y las arbitrarias detenciones de correctos y probos ciudadanos, aparecen en las redes mensajes prudentes que propician extremar precauciones, al punto de un exagerado encierro y un casi obligado silencio, lo que nos conmina a replantear ciertas opiniones ya expresadas, pues en este absurdo recorrido, ya llevamos cinco lustros, y cada día se hace más intolerable y cruenta la lucha por el rescate de la democracia y de la dignidad.

En estos momentos de tropical totalitarismo que atraviesa nuestro país, ni las libertades públicas – en particular de pensamiento, opinión, expresión y sobre todo, democrática y legal aspiración electoral – ni las igualdades políticas, están garantizadas a los ciudadanos.

Todas las acciones de coacción, allanamientos, o “capturas” absurdamente amparadas, aupadas y ordenadas por los aquiescentes tribunales del régimen, tan sólo buscan judicializar a los opositores. Se pretende el sometimiento a la obediencia de la ciudadanía, mediante la coacción, y el amedrentamiento; que no pueda organizarse, utilizando, para tratar de alcanzar sus nefastos objetivos, esa cartilla que dejaron regímenes totalitarios del pasado siglo: el miedo a la represión; miedo a ser espiado; miedo a los castigos físicos y morales. Miedo a ser expulsado del puesto de trabajo. Miedo a la cárcel; miedo a ser despojado de su propiedad.

A medida que se deteriora la situación económica del país y aumenta el reclamo popular al régimen, en esa misma medida irá aumentando la intolerancia, la represión, la persecución de sus enemigos y la pérdida de derechos políticos de los venezolanos.

Ya llevamos cinco lustros, y cada día se hace más intolerable y cruenta la lucha por el rescate de la democracia y de la dignidad.

El 22 de octubre de 1978 (exactamente 45 años antes de la contundente Primaria) Karol Wojtyla, mejor conocido como Juan Pablo II, lanzó a la Humanidad, ante la maldad imperante en los países bajo el yugo comunista, el firme exhorto de Cristo: “No tengáis miedo»… No tener miedo debe ser la consigna que nos acompañe en esta dura pelea ante esa furia desatada por el régimen para aterrorizar, deprimir e inducir un fatalismo derrotista en el 80% de los venezolanos que anhelamos y merecemos un país mejor

Y no se trata de insensatez o imprudencia, sino de ese coraje que no significa la ausencia del miedo sino la voz de la consciencia que nos dicta que hay algo por lo que merece la pena dar lo mejor de cada uno.

El gran Victor Hugo decía que es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien; luego, dependerá la actitud crítica, de la capacidad de resistencia, de la rebeldía inteligente, de la imaginación coherente, el rescate del país que merecemos y anhelamos como sociedad.







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