15 de enero de 2020
Otra vez, los colectivos paramilitares del gobierno nos
corrieron violentamente del Centro de Caracas mientras protestábamos de forma
noviolenta. Esta vez fueron más que golpes y empujones: nos lanzaron encima, a
maestrxs, activistas y periodistas, potes llenos de excrementos y orina. Luego
nos corrieron del lugar con la paz de la que ellxs hablan: la paz de los
golpes, de las patadas, de los empujones, la paz de la humillación, mientras
respirábamos y probábamos el sabor de ese chorro de "paz". Paz de mierda.
Reconocimos a varios miembros del colectivo
paramilitar cuando, minutos antes de agredirnos y a pocos metros de donde
estábamos con nuestras consignas y pancartas, conversaban tranquilamente con efectivos
de la Policía Nacional Bolivariana. Después de esa conversación, la PNB se
retiró en silencio y los colectivos paramilitares comenzaron la agresión. Los
mismos miembros nos persiguieron a nosotrxs y a lxs periodistas que estaban
cubriendo la protesta e intentaron robarles sus equipos.
Estábamos allí, en el Día del Maestro, con maestrxs y
otras personas pertenecientes al gremio educativo, alzando nuestras voces por
el salario digno que nadie tiene en Venezuela. Habíamos salido de la misa que
tuvo lugar en la Catedral de Caracas, y protestábamos en la Esquina La Torre,
en la entrada de la Plaza Bolívar.
No nos cansaremos de decirlo y practicarlo:
transformaremos esta indignación y este dolor en fuerza para seguir resistiendo
la opresión. Hasta que hagamos política de una manera diferente. Hasta que la
dignidad se nos vuelva costumbre.
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